Ejercicio y meditación

Matthias Girke

Última actualización: 23.09.2021

El camino meditativo del conocimiento tiene seis ejercicios en su base (ver “Desarrollo interior y aprendizaje”) y sirve al desarrollo interior del terapeuta (1, 2, 3). La meditación presupone tranquilidad interior. La actividad de los pensamientos cotidianos y del mundo anímico con sus preocupaciones y problemas debe callar, para dejar surgir un espacio interior. También la “personalidad cotidiana” en su dependencia de éxito, carrera, fracaso, felicidad y pena permanece como superficie externa del verdadero ser del yo ante el umbral de este espacio. En ello no se trata de solamente de relajarse, como resultado del silencio de los contenidos de la consciencia cargados del stress del mundo cotidiano y llevados en el alma a la calma, sino se trata de abrir el ser interior del ser humano hacia lo espiritual, de llegar desde el mundo de las apariencias hacia el mundo espiritual de lo esencial, desde una “vida del alma en los pensamientos” hacia una “vida en la esencia espiritual” (4, S. 38). A través de ello puede desarrollarse una relación profundizada con el paciente, capacidad de inspiración para la terapia y del fortalecimiento de la voluntad terapéutica.

El significado de la meditación para la capacitación terapéutica y los procesos curativos

Para la medicina actual la relación entre el desarrollo interior y la práctica médica es una visión inusual. Son dos ámbitos que no deben mezclarse y que sin embargo están estrechamente ligados. ¿Cómo actúan estos dos mundos “separados” en conjunto? ¿Qué significado tiene el camino meditativo del conocimiento para la práctica terapéutica?

Comprender al ser humano y su enfermedad

Una primera respuesta resulta a través del encuentro con el paciente. Con frecuencia sentimos una especie de impotencia, cuando el paciente se presenta con una enfermedad compleja y no se nos presenta el pensamiento correcto que lleva al diagnóstico o la terapia. A la inversa, nos llena de alegría y agradecimiento cuando podemos conformar, con la inspiración correcta, los pasos siguientes para el diagnóstico y terapia. ¿Cómo somos inspirados para las decisiones cotidianas? Con frecuencia los conocimientos necesarios no se pueden forzar. Se trata más de un esfuerzo intenso, pero también poder soltar algo, para que se presente el pensamiento buscado. Las soluciones vienen en forma sorpresiva y no justamente en el momento en el cual las buscamos con toda fuerza. El conocimiento exige una actividad espiritual, pero por otro lado tiene que ver con misericordia. Debemos llegar a la calma interior, aprender a no considerarnos a nosotros mismos, sino abrir el alma con reverencia y escuchar, para que se presente la inspiración. Después de la búsqueda opresora es una liberación plena de misericordia, cuando se presenta el pensamiento esperado. ¿Cómo nos capacitamos para inspirarnos en la relación terapéutica con el paciente? ¿Esta disposición está dada en distintos grados o se deja desarrollar?

En esta relación se presenta el primer fruto del trabajo meditativo: la apertura meditativa de la consciencia hacia el mundo de las esencias espirituales capacita al ser humano para tener la idea correcta en el tiempo justo. Rudolf Steiner describió en las conferencias para los profesores de las escuelas Waldorf, como a través de la profundización meditativa a la noche se presenta, al próximo día, el pensamiento que ayuda a impulsar a los alumnos.

Desarrollar la relación terapéutica

Si efectuamos solamente lo que representa una medida terapéutica efectiva, basada en evidencias en la enfermedad diagnosticada, entonces seguramente hemos recomendado algo pleno de sentido en lo médico y en las líneas conductivas, pero sin un conocimiento exacto del paciente. Los pacientes perciben una relación paciente-médico basada solamente en lo dicho como una “medicina sin mirar al paciente”. Esta cuestión se refiere no sólo a lo efectivo en la medicina, sino también al “bien” para el paciente. Mucho de lo que es efectivo en la medicina no es necesariamente bueno para el paciente. En este sentido muchas terapias seguramente son juzgadas de modo distinto por un paciente de 90 años que por uno de 35 años. Una meditación central para la medicina antroposófica se refiere por eso a esa temática y lleva en el primer renglón la pregunta: “¿Cómo encuentro el bien?” (5). En esta meditación el calor se encuentra en el centro. Por ese motivo con frecuencia es denominada la “meditación del calor”.

La respuesta a esta pregunta exige una intensa relación con el paciente, que quiere ser percibido en su ser. La sustancia espiritual de este encuentro es el amor, que no “enceguece”, sino confiere la visión para el ser del otro. A partir de esta calidad del encuentro lo válido de una medida médica puede “partir” (Peter Matthiesen) en general desde las experiencias individuales, puntos de vista, valores y necesidades del paciente. Este camino necesita coraje. Con frecuencia hay que abandonar el piso seguro de lo usual, encontrar un camino individual y hollarlo. Aparece la pregunta: ¿es posible educar esa capacidad de encuentro con el paciente, formar el coraje para curar, desarrollarlo y aumentarlo? ¿O es una cualidad “innata” hasta un cierto grado?

Aquí se muestra el fruto, como resultado del trabajo meditativo. Se puede profundizar la cultura de la relación en forma considerable, al prestar atención no sólo a los síntomas externos, sino al orientarse en el ser anímico-espiritual. A veces, durante el encuentro con el paciente, aparece un aspecto totalmente nuevo, que trae una evidencia directa en común tanto para el paciente como para el terapeuta. También aquí necesitamos la capacidad de no mirarnos a nosotros mismos, sino percibir al otro ser humano. Es un desafío grande, por ejemplo, acompañar a un paciente limitado en su consciencia. ¿Cómo encuentro aquí la decisión correcta, fundada éticamente? ¿Cómo llego al impulso modificado de “hágase tu voluntad”?

Encontrar la decisión ética

Aquí, en el encuentro, resultan distintos niveles en las decisiones éticas. En el primer nivel se hallan las líneas conductivas conocidas, las reglas y el conocimiento específico médico. Éstas tienen con frecuencia un gran poder sugestivo y normativo, impulsando a decisiones, que no siempre representan el bien para el paciente. Por eso es importante, en un segundo nivel del encuentro de las decisiones, llegar a la “conformación de una imagen” de las posibilidades terapéuticas. ¿Cuáles son las posibilidades y alternativas? La ventaja de este paso es soltar el juicio preexistente. La desventaja es, que aún no se ha encontrado una decisión. Ahora viene un tercer ámbito, muy esencial en la práctica clínica, y que Rudolf Steiner, en otro contexto, llamó la “intuición sana”. Podemos ser capaces de tener la inspiración hacia una determinada solución y decisión y tenemos una cierta sensación de evidencia para lo correcto. Sin embargo esta sensación intuitiva es “atacada por dudas”. El miedo, la preocupación por posibles consecuencias jurídicas, pero también las ilusiones llevan a deformaciones. Se necesita también aquí un camino meditativo de desarrollo, que convierte el sentir en un órgano de percepción, en el sentido de una sana intuición. Se puede entonces llegar al conocimiento inspirativo a partir de la inspiración de la solución, en el cual la opción de solución propuesta es examinada, y finalmente – en un cuarto nivel – es “reconocida”. Así se convierte en una decisión fundada en la ética y en el caso ideal a un accionar a partir de intuición moral (6). Con frecuencia esta decisión será provisoria y quizás en el transcurso resulte falsa o de poca visión. Pero proviene de una búsqueda, que quiere brindar al paciente algo bueno. Como toda decisión forma destino, relacionando el quehacer del terapeuta con el destino del paciente en el sentido de hacer el bien, pero también si no fuese así. Como terapeutas necesitamos una consciencia de las consecuencias de nuestro obrar y la fuerza para trabajar con ello. Con la denominación “voluntad de karma” Rudolf Steiner señaló esta dimensión que ha de ser pensada como abarcante (3, pág. 121-122).

La voluntad para curar: meditación y efectividad terapéutica

Otro efecto de la meditación se refiere a la práctica terapéutica: ¿Qué significado tiene mi postura frente al medicamento y su efectividad? Aquí consideramos algunos efectos en contextos que mientras tanto están bien documentados. Estos con frecuencia son discriminados como efectos placebo, pero no conforman un principio inespecífico en el sentido de que “son agradables”, sino uno específico – el punto de vista terapéutico del médico o terapeuta. Justamente en la terapia del dolor el punto de vista del paciente y del terapeuta en cuanto al efecto analgésico es sorprendentemente importante. No deberíamos practicar una farmacoterapia sin desarrollar una cultura terapéutica con respecto a las medicaciones. Los medicamentos no deben permanecer como productos con principios moleculares abstractos, sino brindar hacia el paciente una relación “amistosa” en cuanto a su esencia. Para ello no sólo debemos conocer sus sustancias características, sino los procesos que se relacionan con ellas y finalmente la esencia que se manifiesta a través de la sustancia. En el sentido de lo publicado por Hans-Peter Dürr (1929 – 2014) “Warum es um das Ganze geht” (“Por qué se trata de la totalidad”), tenemos que establecer que la materia justamente no consiste solo de “materia” (7). Substancia es lo que “está por debajo” y tiene varias dimensiones (8, pág. 91 ff.), que están “por encima”, con lo que puede relacionarse el terapeuta por su trabajo interior meditativo. En la terapia con medicamentos debemos observar una galénica interior, además de la exterior. La exterior evidentemente es decisiva para su efectividad, pero la interior también. Hay una diferencia si los que están al cuidado del paciente y los médicos se relacionan con las sustancias, las convierten en prolongación de sus manos, accionan terapéuticamente con las sustancias y a través de ellas, o si son recetadas con distancia, sólo como compuestos químicos. Así surgen aquellas fuerzas que ayudan en forma medicinal – así lo describió Rudolf Steiner en las conferencias básicas para el desarrollo interior del médico (3).

Con ello se nombran tres ámbitos que se relacionan directamente con el trabajo meditativo. Si se describen no solo por su contenido, sino en su forma cualitativa, se evidencian tres dimensiones centrales:

  • El primer ámbito se refiere al diagnóstico correcto. A través de él se comprende o aclara el complejo sintomático. Es una cualidad de luz que se desarrolla en la relación terapéutica con el paciente.
  • En el segundo ámbito de la relación terapéutica se requiere calor y una capacitación hacia el amor, para abarcar el ser del paciente, percibirlo y encontrar en conjunto las decisiones que en esta situación son “buenas”, y no solamente efectivas.
  • El tercer ámbito de la efectividad terapéutica se relaciona terapéuticamente con la esfera de la vida y de los procesos vitales curativos.

Así se presentan ante nosotros las tres cualidades de luz, amor y vida como los “tres reyes magos” de la relación paciente-terapeuta, para hacer posible un nuevo paso hacia la curación, hacia el “ser” del ser humano o su autogénesis.

La meditación capacita el desarrollo interior del terapeuta hacia lo práctico y de este modo ayuda directamente al ser humano enfermo. Por esta razón las profesiones creadas por la antroposofía tienen su esotérica profesional específica. La que se refiere a la medicina ya fue descrita en una exposición completa (9).

Bibliografía

  1. Glöckler M (Hg). Meditation in der Anthroposophischen Medizin. Ein Praxisbuch für Ärzte, Therapeuten, Pflegende und Patienten. 2. Aufl. Berlin: Salumed Verlag; 2021.
  2. Steiner R. Die Geheimwissenschaft im Umriss. GA 13. 30. Aufl. Dornach: Rudolf Steiner Verlag; 1989.
  3. Steiner R. Meditative Betrachtungen und Anleitungen zur Vertiefung der Heilkunst. GA 316. 5. Aufl. Dornach: Rudolf Steiner Verlag; 2008.
  4. Steiner R. Wie erlangt man Erkenntnisse der höheren Welten? GA 10. 24. Aufl. Dornach: Rudolf Steiner Verlag; 1993.
  5. Selg P. Die „Wärme-Meditation“. Geschichtlicher Hintergrund und ideelle Beziehungen. Dornach: Verlag am Goetheanum; 2013.
  6. Steiner R. Die Philosophie der Freiheit. Grundzüge einer mordernen Weltanschauung. GA 4. 16. Auf. Dornach: Rudolf Steiner Verlag; 1995.
  7. Dürr HP. Warum es ums Ganze geht: Neues Denken für eine Welt im Umbruch. München: oekom verlag; 2009.
  8. Girke M. Innere Medizin. Grundlagen und therapeutische Konzepte der Anthroposophischen Medizin. Kap. IV Arzneimittel. Berlin: Salumed Verlag; 2012.
  9. Glöckler M. Heine R (Hg). Führungsfragen und Arbeitsformen in der anthroposophisch-medizinischen Bewegung. 2. Aufl. Dornach: Verlag am Goetheanum; 2015.

Research news

Phase IV trial: Kalium phosphoricum comp. versus placebo in irritability and nervousness 
In a new clinical study, Kalium phosphoricum comp. (KPC) versus placebo was tested in 77 patients per group. In a post-hoc analysis of intra-individual differences after 6 weeks treatment, a significant advantageof KPC vs. placebo was shown for characteristic symptoms of nervous exhaustion and nervousness (p = 0.020, p = 0.045 resp.). In both groups six adverse events (AE) were assessed as causally related to treatment (severity mild or moderate). No AE resulted in discontinuation of treatment. KPC could therefore be a benefical treatment option for symptomatic relief of neurasthenia. The study has been published open access in Current Medical Research and Opinion:  
https://doi.org/10.1080/03007995.2023.2291169.