Atención pastoral para pacientes con dolor en cuidados paliativos

Susanne Gödecke

Última actualización: 27.10.2021

El dolor es un tema de muchas capas y muy personal, aunque pertenece a una experiencia general humana. Cada uno de nosotros tiene su propia historia en relación a cómo la experiencia del dolor se vivencia en las distintas edades de vida y situaciones – y cómo desde el interior surge una respuesta hacia el dolor. En cada ocasión podemos encontrar una nueva forma de reacción.

En el acompañamiento de un paciente con dolor se requiere mucha delicadeza, para concederle a cada uno la libertad de decisión de cuánto puede soportar y dónde está el límite de lo soportable. Porque el dolor nos lleva a experiencias límite. Si queremos enfrentarlo, es importante quitarle al paciente el miedo de soportar sufrimientos insoportables. En la actualidad los tratamientos del dolor son posibles sin que se turbe la consciencia. Del mismo modo los dolores no deben representar una amenaza para la etapa del morir, lo que con frecuencia se cree. En el acompañamiento se trata de asumir, lo mejor posible, el punto de vista del que sufre y sentir con él, qué posición quiere tomar en esta experiencia límite.

Si un asistente espiritual es convocado, él es ante todo alguien que lo acompaña en el camino. Su meta será tomar en serio los dolores, las preocupaciones y los miedos del que sufre y no dejarlo sólo. La experiencia enseña que a veces escuchar en forma muy despierta, cálida y con empatía ya causa alivio. En ese intento se puede hablar del dolor, comunicarlo en el mejor sentido y juntos buscar una solución. Siempre será el paciente, el que dará la futura dirección a la que se mirará en conjunto.

Dolor corporal, psíquico y espiritual

Con frecuencia aparece en este proceso la pregunta: ¿Qué sentido tiene el dolor? A veces se intuye que el dolor trae un mensaje en sí mismo y que se necesita un gran coraje y fuerza para no claudicar ante él, sino confiar a que vamos a recibir una respuesta.

Podemos encontrarnos con el dolor en todos los niveles: corporal, psíquico y espiritual. Dónde aparece hay una alteración de la totalidad, de un orden que tiene sentido. Sea el dolor de una herida física, la vivencia de separarme de una persona querida, o el sufrimiento por no poder afrontar una tarea vital para mí. Son tres puertas, a través de las cuales el dolor puede penetrar en la vida y provocar así una consciencia parcial sobredespierta.

Desde el nacimiento muchos de pasos evolutivos en la vida están acompañados por el dolor. Aquí cabe la pregunta ¿qué ganamos a través el dolor? Corporalmente puede ser una confrontación consigo mismo al dominar y superarlo – un aumento de las propias fuerzas como consecuencia. Del dolor anímico, la ganancia será amar con cada vez más altruismo. El dolor percibido en lo espiritual puede llevar a un nuevo conocimiento muy personal o de la verdad.

Los seres humanos han percibido desde siempre, cómo el dolor les servía de indicador de camino, como ayudante para señalar el nacimiento de algo nuevo, o de una evolución, para llegar a metas que ellos mismos se podían dar. Por ejemplo, el escritor y poeta Adalbert Stifter escribió sobre sus depresiones recurrentes (a Gustav Heckenast): “No me quiero desprender del dolor, porque entonces debería renunciar a lo divino”. En primer lugar el dolor se vuelca sobre nosotros mismos y nos aísla. Pero si alguien soporta el dolor conscientemente, puede desarrollar más empatía, hasta incluso tornarse más social y abierto. Esto es lo que Stifter quería expresar cuando se refería a lo divino.

El dolor bajo el enfoque cristiano

En todas las religiones el trato con el dolor tiene un papel importante. Así contemplamos al que, como hijo de Dios en su encarnación no evitó el dolor, y fraternalmente con los demás seres humanos aceptó la muerte y sufrió, con todas las experiencias para convertirse realmente en ser humano, y luchó para conquistar la salvación a partir de sus fuerzas humanas. Básicamente se puede buscar desde este punto de vista – hasta en el dolor y en la muerte – un significado y en la búsqueda del sentido del sufrimiento se puede responder en forma positiva. Ya sólo la confianza en poder comprender ese sentido en un futuro, puede traer consuelo. El teólogo Friedrich Rittelmeyer, que tuvo que soportar dolores durante largos periodos de su vida, escribe: “Lo que el sufrimiento nos da, es siempre más de lo que nos quita. El arte mayor, es enfrentar el sufrimiento de tal modo, que nos traiga la mayor bendición, que se halla en forma oculta en él” (1). Aquí habla un conocedor del “arte mayor” y nos señala un largo camino de experiencia y ejercicio y de la necesidad de hollar hasta allí.

De otro modo, pero semejante por haberlo experimentado él mismo, el neurólogo y psiquiatra Víctor Frankl resume las palabras de Nietzsche, echando luz al hecho de que el trato de cada uno con el dolor y el sufrimiento es muy individual, al formular: “Quién tiene que vivir el por qué, soporta casi todo el cómo” (2). También aquí pertenece al “cómo” soportar dolores como llamados de atención hacia lo esencial, vivenciando el “porqué”. Entonces el sufrimiento se puede percibir como algo que lleva a preguntas más importantes y a relaciones para encontrar el sentido de la vida, que hasta ese momento ni se hallaban en el horizonte propio.

Como una oración Josef von Eichendorff, lírico y autor de libros, formula esta lucha con el dolor, y quizás este verso pueda hablar al corazón de otros atribulados (3, S. 174):

“Lo que yo ansiaba, está quebrado,
Señor, ya dejo de quejarme,
Y el corazón está silencioso.
Sólo dame también la fuerza, para soportar
Lo que yo NO QUIERO”.

„Was ich wollte, liegt zerschlagen,
Herr, ich lasse ja das Klagen,
Und das Herz ist still.
Nun aber gib auch Kraft, zu tragen,
Was ich NICHT will.“

Bibliografía

  1. Rittelmeyer F. Menschen untereinander, Menschen füreinander. Stuttgart: Verlag Urachhaus; 1957.
  2. Frankl V. Handbuch der Neurosenlehre und Psychotherapie, Band 4. Urban & Schwarzenberg; 1957.
  3. von Eichendorff J: Werke. Bd. 1. München: Winkler Verlag 1970.

Research news

Phase IV trial: Kalium phosphoricum comp. versus placebo in irritability and nervousness 
In a new clinical study, Kalium phosphoricum comp. (KPC) versus placebo was tested in 77 patients per group. In a post-hoc analysis of intra-individual differences after 6 weeks treatment, a significant advantageof KPC vs. placebo was shown for characteristic symptoms of nervous exhaustion and nervousness (p = 0.020, p = 0.045 resp.). In both groups six adverse events (AE) were assessed as causally related to treatment (severity mild or moderate). No AE resulted in discontinuation of treatment. KPC could therefore be a benefical treatment option for symptomatic relief of neurasthenia. The study has been published open access in Current Medical Research and Opinion:  
https://doi.org/10.1080/03007995.2023.2291169.