El miedo en los cuidados paliativos

Matthias Girke

Última actualización: 27.10.2021

El miedo tiene muchos rostros. Nos encontramos con pacientes con ojos desorbitados por el susto, con una tensión anímica que los lleva hasta las contracturas. El miedo puede estar acompañado por un estado depresivo y puede llevar al desaliento. Muchos pacientes sienten una pérdida de su "centro", otros vivencian junto a su miedo una sofocación que sienten como una carga. Finalmente el miedo puede llevar a una intranquilidad anímica, pero también puede ser percibido exteriormente. El panorama de los acompañantes anímicos del miedo en el paciente paliativo va desde la rigidez en el espanto por la sofocación que acompaña al miedo hasta el pavor con intranquilidad anímica y motora. Con ello ese miedo vivenciado en el alma se ubica ante el trasfondo de la trimembración del organismo: el alma presenta un estado de alerta basado en una consciencia de tensión máxima de miedo pavoroso a partir del sistema neuro-sensorio, vivencia asfixia y también la sensación de peligro para el "centro" en el sistema rítmico y una intranquilidad llena de miedo incluso con inquietud motora, a través del dinamismo del sistema metabólico-motor.

Fig. "Der Geistkämpfer" de Ernst Barlach. © Fundación Ernst Barlach Güstrow, fotografía: André Hamann

Causas físicas, anímicas y espirituales del miedo

El miedo puede tener distintas causas somáticas. También la enfermedad básica puede disponer al miedo: en muchos aspectos la realidad interior de la enfermedad del cáncer es el miedo. Los pacientes sienten, llenos de miedo, la amenaza física, el "dominio" de la enfermedad con su transcurso progresivo y los síntomas que representan una carga. Pero también los factores anímicos contribuyen al miedo resultante. Aquí se trata con frecuencia de temores de pérdida frente a personas que se aman, de una "separación" del ámbito de vida habituado. Finalmente existen causas espirituales del miedo. Los pacientes tienen miedo del futuro que abarcan en forma mental o intuyen interiormente. Todo lo no aprehendido y no comprendido puede llevar al miedo: dolores en el esqueleto hacen presente a pensamientos cargados de temores por una posible aparición de metástasis, mientras que en base a un diagnóstico posterior, estos dolores pueden ser explicados como inocuos. Lo desconocido, que con frecuencia es malinterpretado, produce miedo, que puede desembocar en un dinamismo propio que se intensifica, mientras que las ideas correctas, que ponen todo en su lugar disuelven los miedos. Además, muchos pacientes relatan experiencias espirituales acompañadas de miedo. Cuentan experiencias no acostumbradas de la consciencia, experiencias extracorporales (out of body experiences) o de percibir seres espirituales, que a veces no pueden comprender y que les inspiran miedo. El abandono de un ambiente que inspira confianza, que apoya y brinda ayuda, muchas veces se acompaña de miedos. Con el "abandono" del mundo espiritual y el despertar en la consciencia diurna surge un miedo primigenio, que tienen todos los seres humanos. En contrapartida es comprensible que las experiencias cercanas a la muerte puedan tener un efecto de disolución de los temores.

Evolución del miedo en los umbrales de la consciencia

El miedo surge en los umbrales, cuando un ámbito acostumbrado debe ser abandonado, uno nuevo ha de ser hollado y se experiencia una amenaza hacia el propio ser. Muchos pacientes vivencian miedo al momento de dormirse, ese lapso corto en el que la consciencia usual es abandonada y se produce la transición al mundo espiritual aún no explorado conscientemente. El miedo a perderse uno mismo puede generar un sentimiento amenazante. Algo semejante es válido para el miedo a la muerte como el hermano mayor del sueño. El miedo y el temor acompañan el umbral hacia el mundo espiritual. En los relatos navideños del evangelio en los que se describe el llamado de los ángeles a los pastores, estos dicen: ¡"No temáis"! Ya ellos infieren la necesidad de ser consolados por sentir miedo. El acompañamiento humano y la prestación de ayuda no deben dejarse "contagiar" por el miedo, que a veces se esparce endémicamente en un servicio del hospital o en el hospicio. Esta consciencia es la base esencial de toda terapia multimodal del miedo.

Efecto de los miembros constitutivos en el miedo

El miedo lleva al cuerpo físico a distintos síntomas: los ojos muy abiertos, la expresión llena de miedo del rostro, taquipnea, a veces con hipocapnia y taquicardia, manos húmedas y pies y manos fríos son las manifestaciones corporales del sentimiento de miedo.

A nivel de la organización vital el miedo va a la par de procesos catabólicos. La consciencia tensionada "devora" los procesos vitales anabólicos. Por lo tanto en la terapia del miedo no se debe tratar únicamente el ámbito anímico, sino que también la organización vital debilitada debe recibir un apoyo terapéutico integral.

A nivel de los sentimientos (organización astral) se manifiesta la vivencia anímica del miedo. Si la organización astral, o de los sentimientos, se orienta hacia una vigilia tensa basada en el sistema neuro-sensorial, se genera una experiencia despierta, pavorosa, de miedo. Si desarrolla su dinámica a partir del sistema metabólico-motor, se produce un miedo intranquilo, frecuentemente con la necesidad motora de movimiento. En el miedo pavoroso el paciente necesita envoltura y calor, para poder disolver la tensión del calor unilateral del organismo, frecuentemente centralizado, con las extremidades frías. En el miedo intranquilo la organización astral tiene que ser conducida nuevamente al sistema metabólico-motor. Los pacientes que pueden caminar con frecuencia relatan que experimentan una mejoría mediada por el movimiento corporal. Aplicaciones externas en la región de las pantorrillas y los pies tienen un efecto semejante y pueden contribuir a tranquilizar y producir una mejoría en la vivencia del miedo. La activación de la organización astral trae en forma paralela procesos metabólico-motores catabólicos (simpáticotonía). La organización astral debe ser llevada desde su efecto unilateral basado en la consciencia despierta, de hiperalerta, a una actividad constructiva, característica para el sueño. Medicamentos como Bryophyllum o la aplicación externa de lavanda no sólo tienen el efecto de calmar el alma e inducir al sueño, sino que refuerzan la actividad constructiva anabólica nocturna de los miembros constitutivos.

Finalmente el miedo se relaciona con el núcleo individual, el yo del ser humano, que puede vivenciarse amenazado y hasta puede experimentar miedo de muerte. En el miedo pavoroso con frecuencia se llega a una rigidez interior, en el miedo con intranquilidad motora la actividad del yo es sometida por la dinámica del alma, en el miedo existencial o de temor a la muerte la vivencia de la amenaza inmediata a la individualidad se encuentra en primer plano. El fortalecimiento de la organización del yo se produce a través del apoyo terapéutico de la organización del calor. Ésto puede lograrse por aplicaciones externas, medidas terapéuticas de cuidado (por ejemplo, fricciones en forma de estrella de cinco puntas), pero también por medicación para promover el calor (por ejemplo Aurum). Por encima de ello la euritmia terapéutica, la musicoterapia, la conversación terapéutica y también la asistencia espiritual pastoral tienen un significado terapéutico decisivo. El paciente que sufre de miedo necesita además de la terapia profesional, un acompañamiento humano - un apoyo, que lo libere de la estrechez y la soledad que acompañan el miedo.

Decisión de la terapia individual

Los pacientes desean para sí una ayuda pronta, que alivie el miedo. Pero esta ayuda sólo es activa y decisiva para el paciente, si se respetan sus preferencias y conceptos de valor en el sentido de la búsqueda de una terapia individual. ¿Se trata, por ejemplo, de un control de síntomas, que han de producir un rápido alivio o del fortalecimiento de la actividad del yo para superar el miedo? Los pacientes con frecuencia no desean la eliminación de síntomas, sino la transformación y superación del miedo así como el fortalecimiento de sus fuerzas personales para poder enfrentarse de una mejor manera con el miedo.

El miedo puede ser contenido por una terapia ansiolítica. Aquí se proponen distintos medicamentos y acciones terapéuticas (ver directriz S3 de la medicina paliativa). El miedo además puede ser transformado por: contacto terapéutico corporal (masaje rítmico), aplicaciones exteriores del cuidado del paciente y medicamentos (como por ejemplo Bryophyllum) que pueden disminuir el miedo y transformarlo. Pero también las experiencias interiores, las perspectivas espirituales actúan disminuyendo el miedo. Así la desaparición del miedo a la muerte por vivencias, pero también por el conocimiento de las experiencias cercanas a la muerte son fenómenos descritos ampliamente. Puntos de vista, que se agregan a las profundas preguntas del paciente y le abren una nueva perspectiva espiritual, tienen una acción positiva contra el miedo. El miedo necesita de un principio terapéutico multimodal, que incluya los niveles corporales, anímicos y espirituales.

Casuística

Una paciente de unos 50 años sufre de un carcinoma colorectal con metástasis. Llama la atención en ella su gran fortaleza interior, una postura básica positiva y el hecho de que no percibe miedo. ¿Qué fuerzas están a su disposición en cuanto a la comprensión de su enfermedad y el miedo y cómo pudo desarrollarlas? En la terapia artística ella pinta un cuadro con una luz central, que alumbra una oscuridad circundante. A la pregunta correspondiente del terapeuta ella relata su experiencia cercana a la muerte en el contexto de la cirugía precedente. Ella representó esta vivencia en esta imagen durante la terapia artística. Después de esa experiencia ella refiere que ya no percibe miedo a la muerte, la terapia artística apoya la fuerza desarrollada y su concientización en la superación del miedo. 

Research news

Phase IV trial: Kalium phosphoricum comp. versus placebo in irritability and nervousness 
In a new clinical study, Kalium phosphoricum comp. (KPC) versus placebo was tested in 77 patients per group. In a post-hoc analysis of intra-individual differences after 6 weeks treatment, a significant advantageof KPC vs. placebo was shown for characteristic symptoms of nervous exhaustion and nervousness (p = 0.020, p = 0.045 resp.). In both groups six adverse events (AE) were assessed as causally related to treatment (severity mild or moderate). No AE resulted in discontinuation of treatment. KPC could therefore be a benefical treatment option for symptomatic relief of neurasthenia. The study has been published open access in Current Medical Research and Opinion:  
https://doi.org/10.1080/03007995.2023.2291169.