Las enfermedades depresivas

Markus Treichler

Última actualización: 15.02.2022

La depresión como enfermedad sigue siendo un gran misterio. Ella le declaró sus enigmas con mucha resistencia a la ciencia y en forma más pronunciada que otras grandes enfermedades que nos han acosado. “La melancolía me envolvió, una sensación de temor y enajenación, y ante todo de angustia asfixiante”. William Styron (1).  

El cuadro clínico de las depresiones (2) es uno de los más frecuentes y en cuánto a su severidad y sus consecuencias para los afectados y sus familias una de las enfermedades a las que no se le ha dado la debida importancia. Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (WHO) en el año 2015 a nivel mundial se hallaron afectadas unas 322 millones de personas, 4.4 % de la población mundial. Son 18% más que en el año anterior (3). En Alemania, alrededor de 7 millones de personas enferma durante un año de una depresión que requiere tratamiento. Es un porcentaje del 8,2 de la población.

Para medir la carga por enfermedades a nivel mundial, la WHO suma los años en los que los seres humanos viven con una determinada enfermedad (years lived with disability). En el caso de   depresiones se llega a 50 millones de años. Esto corresponde al 7,5 % de todos los años de vida con una enfermedad – más que cualquier otra enfermedad en la estadística (4).

Estos pocos datos estadísticos dejan en claro el significado de las enfermedades depresivas. Son un desafío para todos: para los afectados y sus familiares, para la medicina, la psicoterapia y los terapeutas, para todos los que se esfuerzan en comprender la enfermedad y buscar un tratamiento adecuado. Por esta razón es que la medicina antroposófica quiere contribuir a la comprensión y a la terapia de las enfermedades depresivas.

La sintomatología y la patogénesis de las depresiones

La sintomatología

Las enfermedades depresivas se muestran en forma multifacética. La clasificación internacional estadística de las enfermedades (ICD-10), la define a partir de los síntomas principales como “estado de ánimo abatido, disminución de la energía y actividad junto a una reducción de la capacidad de alegrarse, con menoscabo de interés y concentración” (2). A estos síntomas se agrega una serie de manifestaciones que acompañan a la enfermedad y que derivan de los síntomas principales o los complementan. Sin embargo esta suma de síntomas no da un cuadro clínico auténtico, en el cual se manifieste algo del ser de la depresión (5, 6, 7, pág. 370-387). Para ello se necesita una contemplación fenomenológica de los fenómenos depresivos, que permita estructurarlos en distintos niveles según la propuesta de la psiquiatría antroposófica. (7, pág. 379 y sig.):

  1. Nivel corporal (orgánico-funcional)
  2. Nivel anímico: los procesos en el pensar, sentir y la voluntad
  3. Nivel de las relaciones (psicosocial)
  4. Nivel biográfico-espiritual

1. El nivel corporal: Las enfermedades depresivas no se hallan limitadas en su sintomatología y su cuadro clínico sólo a lo anímico, sino que los trastornos depresivos se evidencian siempre en las vivencias corporales, con frecuencia se manifiestan como una sensación de pesadez, con debilidad, cansancio, falta de fuerzas y agotamiento, con lentitud en el hacer cotidiano y tensiones, dolores, estancamiento y entumecimiento, falta de apetito, falta de vitalidad, constipación, dificultades de conciliar el sueño y una actividad sexual disminuida. Los trastornos orgánicos funcionales pueden afectar a la cabeza, la respiración y la circulación, la digestión y la musculatura dorsal y de las extremidades.

2. El nivel anímico: La sintomatología propia y esencial del alma puede diferenciarse en las tres cualidades básicas del alma:

  • Vivencias en el pensar: En el pensar se diferencia una marcada lentitud, pensamientos circulares y cavilantes, fijación en pensamientos negativos, pesimistas, sin esperanza, despreciativos con respecto a sí mismo y con una falta de sentido.
  • Vivencias en el sentir: En los sentimientos y en los estados de ánimo se evidencian falta de alegría y de motivación, estados anímicos tristes-deprimidos sin razón, el “sentimiento de no sentir nada”, temores, preocupaciones y fobias, sentimientos de culpa, miedo al fracaso y desesperación.
  • Vivencias en la voluntad: En la voluntad y en el proceder o comportamiento se muestra en forma llamativa, que al afectado todo le es más penoso y difícil que en el pasado. Comienza ya al levantarse a la mañana, se evidencia en cada decisión a tomar, en todas las actividades, incluso le lleva a la incapacidad de decidir, falta de energía y finalmente le conduce al letargo y hasta el estupor. La fuerza de voluntad está paralizada.

3. El nivel de las relaciones: llama la atención que en los enfermos depresivos los contactos psicosociales están impregnados de una regresión en el ámbito social, del temor a los encuentros y a las relaciones, la preocupación de transformarse en carga de los demás, la sensación de no ser comprendidos, la vivencia de ser inútil y por eso querer “desaparecer”. Se evitan nuevos encuentros, las relaciones existentes no son cultivadas. Se desarrolla un retiro hacia la soledad.

4. El nivel biográfico-espiritual: Es a éste nivel en el que el yo espiritual del ser humano se expresa y se realiza – en el estilo de vida y la conformación de ella, en la postura interior (ver también en 8, pág. 161-195) y en las posibilidades de poder seguir desarrollándose hacia adelante, en la biografía personal, en el destino. Aquí vivenciamos en el enfermo depresivo una fuerte problemática de autovaloración, dudas de sí mismo, miedos e inseguridades de poder seguir adelante, preguntas sobre el sentido de la vida y de la enfermedad, desesperación en cuánto al destino, cansancio de la vida e ideas de suicidio. Se puede llegar con frecuencia a cuestionar en forma abismal el sentido, el valor de la vida y dudas del plan de vida, que en el marco de una enfermedad depresiva grave puede llevar por desesperación al cansancio de la vida y a la tendencia al suicidio..

La patogénesis  

La psiquiatría actual ya no clasifica las enfermedades depresivas por causas, sino por el grado de gravedad y transcurso (2). La psiquiatría antroposófica se esfuerza en comprender el “ser” de la depresión. Intenta llegar por la patología a una comprensión de la patogénesis: ¿cómo y a partir de qué surge el cuadro clínico?

¿Qué se expresa en los síntomas evaluados en los cuatro niveles? ¿Qué procesos pueden reconocerse en ellos? ¿Cómo se puede elaborar una terapia?

La patogénesis describe el camino de la formación del cuadro clínico en el ser humano. La etiología describe las causas, o sea, las situaciones que desencadenan una patogénesis. Estas situaciones pueden ser distintas. En las enfermedades depresivas pueden ser por ejemplo desilusiones o sobreexigencias, vivencias de pérdida o traumas, conflictos o cambios, pero también la vivencia de lo inalcanzable de un perfeccionismo imaginado o ambicionado. La mayoría de las situaciones no se vivencian en el ser humano mismo, sino en el exterior, pero siempre es el ser humano con su constitución, el que responde a esas situaciones y reacciona. La patogénesis es un proceso de respuesta del organismo humano total compuesto de cuerpo, alma y yo, a las causas de la vida.

El cuadro clínico que se forma puede ser expresión de una respuesta no adecuada, es decir, de una falta de superación de los problemas. Por lo tanto en ello se encuentra por un lado un signo de incapacidad (temporaria), por otro lado también un signo de necesidad terapéutica.

El ser de la depresión

¿Qué sucede en la patogénesis de una enfermedad depresiva, qué fuerzas o procesos llevan a los síntomas depresivos típicos? Los síntomas ya mencionados a nivel corporal, anímico, psicosocial y espiritual/biográfico hablan un lenguaje claro, expresan el proceso que los forma.

Entre los síntomas principales, como están descriptos en la ICD-10 – figuran el estado de ánimo depresivo, la falta de interés o de alegría en hacer actividades, la energía disminuida y el cansancio pronunciado – además de los síntomas facultativos – pérdida del valor personal, sentimientos de culpa, pensamientos suicidas, alteraciones de la concentración e indecisión, agitación psicomotora o parálisis emocional, dificultades para conciliar el sueño, falta de apetito – y otros síntomas más que, son típicamente síntomas con una tendencia hacia la parálisis, hacia el estar vencido por la gravedad,  el sentirse aplastado y como un ralentamiento de toda actividad. En ellos se puede reconocer el efecto de la pesadez como el “fenómeno primigenio” de la depresión. Todos los síntomas depresivos nombrados son consecuencias de una pesadez en cuerpo, alma y en el pensar, pesadez en los estados de ánimo y en la voluntad para el quehacer diario – así como en las relaciones psicosociales y en la conformación y logro del manejo de la propia biografía. La vivencia de la pesadez en cuerpo y alma se expresa en los síntomas multifacéticos de la enfermedad depresiva.

La pesadez es el elemento constitutivo, predominante en la depresión (9, 10, 7, pág. 370 y sig.); es el “ser de lo que pesa”, que origina los síntomas típicos depresivos (9, 10, 7, pág. 370 y sig.). La pesadez es la expresión primaria de las fuerzas físicas que actúan sobre el cuerpo y en una configuración ulterior se diferenciada en un cuadro clínico depresivo individual que origina vivencias desencadenantes por un lado y modificaciones de las fuerzas orgánicas internas por el otro, ambas pueden desembocar en múltiples formas y manifestaciones.

De este intento de comprensión de la depresión (7, pág. 370-387) como una dominancia de vivencias de pesadez en cuerpo y alma se puede derivar la necesidad terapéutica: vencer la pesadez, la parálisis, llevar luz y alivio a las vivencias y al ánimo. La pesadez siempre se asocia con la oscuridad, la carga y la amenaza. Estos principios básicos terapéuticos son llevados a su aplicación por la psiquiatría antroposófica en los distintos niveles.

Para el tratamiento de la depresión

“Además de las causas de la depresión, que por lo general son de naturaleza física – biológica, como también psicosociales, hay un aspecto específico que con frecuencia se transforma en una gran dificultad en el tratamiento: muchos pacientes depresivos no reconocen que sufren una depresión. Se sienten desalentados, desesperados, no se valoran, se sienten culpables, mal, perdidos, sin comprender que esos sentimientos se lo deben a una enfermedad: a la depresión” (11).

En correspondencia a la imagen del ser humano y a la comprensión de la enfermedad en la medicina antroposófica y la psiquiatría, las posibilidades y ofertas terapéuticas son holísticas y se ocupan de los distintos niveles del ser humano. Aquí, diferenciamos en la descripción de los fenómenos de la enfermedad los cuatro niveles y en cada nivel se diferencian las múltiples posibilidades terapéuticas.

  1. El nivel físico/corporal: terapias fisiológicas y corporales
  2. El nivel funcional: tratamiento con medicamentos
  3. Los niveles anímicos y psicosocial: se tratan juntos con terapias artísticas y creativas, apoyo psicosocial, terapias grupales y con grupos de autoayuda.
  4. A nivel biográfico y espiritual: se ofrece psicoterapia, conversaciones terapéuticas con terapia biográfica, terapias espirituales y psiquiatría antroposófica.

1. Terapias fisiológicas y corporales

Bajo estas denominaciones se describen las distintas intervenciones terapéuticas y ofrecimientos: desde correr por la mañana, levantarse temprano, terapias de movimiento, natación, baños, cataplasmas y fricciones de los órganos, consejos dietéticos, terapia de luz (en las depresiones invernales por falta de luz) hasta “terapias con privación del sueño” (terapias de vigilia). La idea terapéutica detrás de estas medidas es la de apoyar o activar la superación de la pesadez, superar la vivencia de lo pesado, de la lentitud, del freno y del estancamiento en cuerpo y alma. Finalmente se procede a estimular los ritmos vitales como fundamento para fortalecer la vitalidad.

2. Tratamiento con medicamentos

No se hablará aquí de la terapia con medicamentos antidepresivos alopáticos, sino se ampliara la mirada con recomendaciones específicas en relación a los medicamentos antroposóficos. La meta terapéutica es estimular e iluminar el ánimo – no es casualidad que los antidepresivos son denominados “iluminadores del ánimo” – y la meta es tratar de dar alivio tanto de las vivencias corporales como a las anímicas, contrarrestando los aspectos de pesadez, lentitud y estancamiento. En este sentido actúan (12, 13):

En síntomas depresivos relacionados con el corazón, como por ej. el bajón por la mañana con trastornos severos, depresión con miedo de enfrentar el día, autoreproches, sentimientos de culpa, temores existenciales, desesperación, deseos de muerte, de suicidio:  

  • Aurum metallicum praep. en potencias altas (D12, D15, D20 hasta D30) trit. Amp. WELEDA: con preferencia por la mañana oral 1 pizca como trituración, o como inyección s.c.
  • Hypericum, Hypericum Auro cult. Rh D3 WELEDA: 3 x día 10-20 gotas.

En molestias cardíacas funcionales y angustia:

  • Aurum/Lavandula Rosae aeth. Comp., ungüento WELEDA: aplicar en la región cardíaca, de preferencia a la noche, pero si hay molestias también a la mañana.

En síntomas depresivos relacionados con los pulmones, como por ej. miedos fóbicos, temores forzados, conducta anancástica o trastornos obsesivo-compulsivos, rasgos melancólico-forzados-encerrados y perfeccionistas:

  • Ferrum sidereum D20 tabl. WELEDA: a la mañana 1 tableta.
  • Mercurius vivus nat. D12 trit., amp. WELEDA: a la mañana 1 pizca o 1 inyección s.c.

En especial en miedos fóbicos:

  • Escorodita D10 trit. WELEDA junto a
  • Cuarzo D20 trit. o dil. WELEDA: a la mañana 1 pizca o 14 gotas.

En síntomas depresivos en relación con el hígado, como por ej. despertar a la madrugada entre las dos y las cuatro horas, un bajón por la mañana, falta de fuerzas, agotamiento, cansancio, abatimiento, falta de energía, apatía, indecisión, sentirse desganado, falto de voluntad, cansancio de vivir:

  • Hepar-Magnesium D4 o D6 amp. o Dil. WELEDA: según la sintomatología a la noche 1 amp. x día hasta 3 x semana 1 amp. como inyección s.c. o 14 gotas tres veces por día, 4 meses
  • Hepar-Stannum D4 o D6 amp. WELEDA: a la noche 3 x semana 1 amp. s.c.
  • Chichorium D3 o Chelidonium D3 o
  • Chelidonium Ferro cultum Rh D3 dil. WELEDA o
  • Choleodoron (R) gotas. 3 x día 10-20 gotas después de las comidas
  • Hepatodoron (R) tabl. WELEDA: a la noche 2 tabl.
  • Cataplasmas sobre el hígado con aquilea u oxalis.

Para la realización ver: https://www.pflege-vademecum.de/schafgarben_leberwickel.php?locale=es

En síntomas depresivos en relación con los riñones, como por ej. tensión, inquietud, excitación o estados de estupor, agresividad y síntomas hipocondriacos:

  • Cuprum metallicum praep. D6 amp. WELEDA o
  • Chamomilla cupro culta Rh D3, Radix Rh D3 dil. WELEDA
  • Melissa Cupro culta Rh D3 dil WELEDA: según la intensidad de los síntomas 2-3 x día 10-20 gotas.
  • Cataplasmas de jengibre sobre la región renal.

Para la realización ver: https://www.pflege-vademecum.de/inw.php?locale=es

  • Para dar claridad al ánimo Hypericum en dosificación alta: 900 mg x día en dos tomas para la estabilización psíquica.

En los estados de ánimo cambiantes y labilidad:

  • Aurum/Stibium/Hyoscyamus glob. velati, amp. WALA: 3 x día 10-20 glób. o gotas o 1 amp. x día- 3 x semana s.c.

En alteraciones del sueño y para un mejor despertar:

  • Phosphorus D5 o D6: a la mañana 5-7 gotas y Phosphorus D25/Malva 5% dil. WELEDA: a la noche 20 gotas.
  • Argentita D6 trit. WELEDA: a la mañana y a la noche 1 pizca.

Contra el agotamiento y sentimientos de falta de sentido en la vida:

  • Ferrum sidereum D20 WELEDA: a la mañana 1 pizca o 1 ampolla s.c.

Composición de los medicamentos nombrados: Aurum/Lavandula Rosae aeth.comp. ungüento: Aurum metallicum paeparatum dil. D4 1 g. Lavandulae aetheroleum 0,03g. Aetheroleum extractum e floribus recentibus Rosae damascenae et centifoliae. Hepar-Magnesium D4: hepar bovis – Stannum hydroxidatum (8:2) dil. D4. Choleodoron (R): Chelidonium majus , Curcuma xanthorrhiza, ethanol, decoctum (=D1). Hepatodoron (R): Fragaria vesca, folii sicc./Vitis vinifera, folium sicc. Aurum/Stibium/Hyoscyamus amp.: aurum metallicum dil D9; Hyoscyamus niger ex herba ferm. 33dil. D4 (HAB, Vs 33d), Stibium metallicum dil D7, Natriumchlorid, Natrium hydrogencarbonat, agua para la inyección.

Estos medicamentos antroposóficos nombrados muestran una pequeña elección desde la experiencia en el tratamiento clínico y ambulatorio de personas depresivas, no forman una lista completa. La indicación para la aplicación de los distintos preparados resulta de la sintomatología vivida por los afectados, que ha de ser vista en conjunto con las fuerzas orgánicas que afectan el alma (descrito en detalle en 8, pág.57-76, 7, pág. 255.271 y pág. 370-387, 12, pág. 854-964,13). Aquí se trata sobre todo de la efectividad del corazón, pulmones, hígado y riñones, para dar asiento al alma, en el sentido de una psicología de los órganos (8, pág. 67-76, 7, pág. 255-271), por lo que las indicaciones están ordenadas en correspondencia. Para profundizar en las relaciones entre la sintomatología depresiva, la acción de los órganos y los medicamentos se recomienda ir la literatura básica nombrada (9, 14, 15, 16, 17, 189). De la presentación de los síntomas depresivos se puede comprender que una enfermedad depresiva no siempre está en relación con un solo órgano de los principales nombrados, sino que con frecuencia están involucrados más de uno, en el sentido de un complejo psico-orgánico de fuerzas (14) que actúan en conjunto dando la sintomatología psíquica del cuadro clínico depresivo.  En una diferenciación en la gravedad de los síntomas se puede relacionar la afectación del órgano de base y ordenar el tratamiento.

3. Las terapias artísticas y creativas

Las terapias artísticas y creativas han resultado ser positivas como también el trabajo plástico-terapéutico con arcilla, piedra o madera, el dibujo terapéutico, terapia de pintura, formación del habla terapéutica, drama terapia, euritmia terapéutica, terapia de danza y otros procedimientos artístico-terapéuticos. En el presente se valoran estas aproximaciones al tratamiento complementario de enfermos depresivos en el sentido de una terapia activadora, con frecuencia en el sentido de un proceder psicoterapéutico no-verbal. Estas terapias nombradas complementan la actividad terapéutica al dirigirse directamente a la vivencia anímica y a la actividad propia de los pacientes. A través de los factores efectivos de expresión e impresión (7, pág. 468-479) los afectados experimentan por la posibilidad de expresión de su vivencia en un medio artístico, un alivio y un distanciamiento. Por el factor de la impresión se les ofrece, a partir del medio artístico, una superación posible de sus vivencias así como una vivencia personal positiva, una ampliación de las posibilidades del trato social  y de poder integrar la sensación de pesadez, carga y sufrimiento a partir de una activación de los recursos de las fuerzas propias del yo.

En principio se pueden aplicar todas las terapias artísticas en pacientes depresivos y la indicación diferencial se orienta más en las preferencias de la persona enferma y su acceso personal al arte, que en la sintomatología. La persona es respetada en su elección de los medios terapéuticos del arte y en las intervenciones especiales de terapia artística.

En las terapias artísticas las metas terapéuticas se pueden describir como la activación anímica, fortalecer la claridad en el sentir (luz) y la superación en la voluntad.

4. La psicoterapia antroposófica

En el tratamiento de los enfermos depresivos los procedimientos psicoterapéuticos son en el presente no sólo un complemento de un tratamiento fármacoterapéutico, sino que forman una terapia adecuada, necesaria y ampliamente reconocida. Se pueden emplear distintos procedimientos psicoterapéuticos. En las décadas pasadas se aplicaron ante todo procedimientos de psicología profunda y psicoanalítica, luego en forma progresiva los tratamientos cognitivos-conductuales – hoy también terapia familiar - y las basadas en cuidados y atención, como por ej. Mindfulness-Based Cognitive Therapy (MBCT).

En lo siguiente se indicarán puntos terapéuticos especiales de la psicoterapia antroposófica (15). Lo esencial para cada psicoterapia es una relación paciente – terapeuta de confianza y que brinde sustento (8, pág.126 y sig.).

En la psicoterapia antroposófica se pretende alcanzar cuatro metas:

Por lo general el tratamiento psicoterapéutico de pacientes depresivos se dirige a cuatro metas:

1. Alivio de los síntomas depresivos. 2. Una elaboración de la situación desencadenante como ofensa, conflicto, trauma, pérdida, sobreexigencias, etc. 3. Una reflexión y elaboración de la estructura psíquica personal que predispone a la enfermedad depresiva (16, pág. 309-325). Una observación específica de los síntomas depresivos como expresión del funcionamiento orgánico en la vivencia anímica y en la conducta. Para ello las intervenciones psicoterapéuticas adecuadas y las conversaciones terapéuticas pueden llevar a una nueva comprensión de las molestias depresivas, por lo que los pacientes pueden desarrollar un distanciamiento consciente y una nueva postura frente a la enfermedad. Estos pasos psicoterapéuticos se complementan con aplicaciones externas, medicamentos antroposóficos y terapias artísticas. La euritmia terapéutica tiene una aplicación en esta patología. 4. Una reflexión sobre la constitución corporal-anímica-espiritual individual, la “estructura de la personalidad” en un sentido amplio. En este punto es importante evaluar sobre todo los procesos evolutivos anímicos y la situación biográfica del paciente, que ha convocado a la enfermedad depresiva como respuesta a determinadas vivencias. Esta constitución se expresa psíquicamente en la postura interior del paciente que puede reaccionar ante la enfermedad con su situación desencadenante, con la superación de sus sufrimientos, o con la no superación de ellos frente a la propia biografía.

Las metas 3 y 4 se complementan con las metas 1 y 2. Aquí no se trata de la vivencia de síntomas de los afectados, tampoco de la elaboración de lo vivido, sino de la personalidad total y de la postura interior del ser humano frente a la enfermedad y al destino. La postura interior (8, pág. 161-197) del ser humano es un resultado de la organización yoica en el alma. Ella permite, consciente o inconscientemente valorar todo lo vivido, juzgarlo y darle un significado individual. Por último este juicio de lo vivido y el significado individual (16, pág.309-325) lleva a la vivencia personal anímica, a los sentimientos, que pueden aparecer como enfermedad psíquica – por ej. miedo, depresión, sobreexigencia, presiones – o posibilitar la superación de las vivencias. En este sentido un tratamiento psicoterapéutico enfocado a la postura interior del paciente, como lo hemos descrito en la psicoterapia antroposófica(R) (8, pág. 161-197, 291-314), es un principio específicamente antroposófico, que se dirige específicamente a la eficacia del yo en el alma, reflejado y apoyado, para posibilitar por este camino la aceptación, una nueva valoración y la superación de la enfermedad.

Para trabajar y alcanzar las metas terapéuticas, hay distintos caminos psicoterapéuticos. La psicoterapia (R) basada en la antroposofía ha desarrollado para ello principios, métodos, intervenciones psicoterapéuticas y ejercicios especiales (8, cap. VII y IX).

Las metas terapéuticas, considerando la superación del elemento constitutivo de la pesadez, pueden caracterizarse como: buscar la claridad (trabajar el sentido), fortalecer el movimiento (interior), la resiliencia y el poder soportar la situación y finalmente la superación.

Resumen

Para tratar a pacientes con enfermedades depresivas en forma adecuada es necesario no ver solamente los síntomas depresivos y querer tratarlos mediante una terapia, sino reconocer el ser de las enfermedades depresivas y respetar el contenido de su sentido en la biografía de las personas afectadas. La aparición de la pesadez en la vida de una persona siempre tiene un sentido y un significado.

Las metas terapéuticas de la superación de la pesadez pueden ser alcanzadas en las terapias mencionadas por activación del movimiento, por llevar luz y claridad al paciente, por apoyo y activación corporal y funcional, como también a nivel psíquico y biográfico-espiritual. Son fundamentales para su logro establecer una relación terapéutica, una postura terapéutica (8, pag.151 y sig., 17) así como una comprensión de la enfermedad y que las metas a lograr sean asumidas entre los pacientes y los terapeutas.

Las depresiones son enfermedades graves y no vivencias sin sentido o eventos casuales en la vida. Las depresiones tienen sentido y dan sentido. Por su presencia en la vida, por la vivencia de la pesadez, muchas veces por la pregunta en relación al sentido hecha por el afectado – pueden dar lugar a una vivencia de la respuesta, que da sentido. Para ello una buena terapia puede posibilitar el camino. La psicoterapia basada en la antroposofía ofrece a través del trabajo psicoterapéutico sobre la postura interior del paciente, el camino metodológico para ocuparse del sentido vivenciándolo y reconociéndolo.

Bibliografía

  1. Styron W. Sturz in die Nacht. Die Geschichte einer Depression. Köln: Kiepenheuer & Witsch 1991: 17.  
  2. Internationale statistische Klassifikation der Krankheiten und verwandter Gesundheitsprobleme. 10. Revision. German Modification (ICD-10-GM): F.32 depressive Episode; F.33 rezidivierende depressive Störung; F.34 anhaltende affektive Störungen. Köln: DIMDI 2020.
  3. World Health Organization. Depression and Other Common Mental Disorders. Verfügbar unter  https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/254610/WHO-MSD-MER-2017.2-eng.pdf (30.11.2021).  
  4. Verfügbar unter www.äerzteblatt.de/archiv.   
  5. Treichler M. Wenn die Seele Trauer trägt. Depressionen mitfühlen, erkennen, verstehen, behandeln. Esslingen: Gesundheitspflege initiativ; 2010.
  6. Treichler M. Sprechstunde Psychotherapie. Stuttgart: Urachhaus; 2007: 278-318.
  7. Fintelmann V, Treichler M. Seele & Leib in Gesundheit und Krankheit. Frankfurt: Info3 Verlag; 2019.
  8. Treichler M. Reiner J. Anthroposophie-basierte Psychotherapie. Salumed Verlag Berlin 2019.
  9. Siehe auch Kraus A. Sozialverhalten und Psychose Manisch-Depressiver. Stuttgart: Enke Verlag; 1977.
  10. Siehe auch Tellenbach H. Melancholie. Berlin, Heidelberg: Springer Verlag; 1983: 117-120.
  11. Kuiper PC. Seelenfinsternis. Die Depression eines Psychiaters. Frankfurt: Fischer Taschenbuch Verlag; 1995: 9.
  12. Hier wird nur eine sehr kleine Auswahl an Medikamenten vorgestellt. Weitere Angaben zu Medikamenten siehe Treichler R. Grundzüge einer geisteswissenschaftlich orientierten Psychiatrie. In: Husemann F,  Wolff O (Hg.) Das Bild des Menschen als Grundlage der Heilkunst. Bd. II. Stuttgart: Freies Geistesleben; 1978: 854-964.
  13. Siehe auch Rißmann W. Depressive Störungen: Menschenkundliches Verständnis und Therapie mit anthroposophischen Heilmitteln und äußeren Anwendungen. Der Merkurstab 2006;59(5):407-413. DOI: https://doi.org/10.14271/DMS-18956-DE.
  14. Steiner R. Votum zur Psychiatrie. In: Physiologisch-Therapeutisches auf Grundlage der Geisteswissenschaft. GA 314. Dornach: Rudolf Steiner Verlag; 1975: 262-270.
  15. Etwas andere Gesichtspunkte zur Psychotherapie sind vertreten bei: Roediger E. Anthroposophische Aspekte zur Psychotherapie der Depression. Der Merkurstab 2006;59(5):395-402. DOI: https://doi.org/10.14271/DMS-18954-DE.
  16. Lang H. Wirkfaktoren der Psychotherapie depressiver Erkrankungen. In: Lang H (Hg.) Wirkfaktoren der Psychotherapie. Würzburg: Verlag Königshausen & Neumann; 1994.
  17. Treichler M. Von der therapeutischen Haltung. Der Merkurstab 2012;65(6):528-533. DOI: https://doi.org/10.14271/DMS-20053-DE.

Research news

Phase IV trial: Kalium phosphoricum comp. versus placebo in irritability and nervousness 
In a new clinical study, Kalium phosphoricum comp. (KPC) versus placebo was tested in 77 patients per group. In a post-hoc analysis of intra-individual differences after 6 weeks treatment, a significant advantageof KPC vs. placebo was shown for characteristic symptoms of nervous exhaustion and nervousness (p = 0.020, p = 0.045 resp.). In both groups six adverse events (AE) were assessed as causally related to treatment (severity mild or moderate). No AE resulted in discontinuation of treatment. KPC could therefore be a benefical treatment option for symptomatic relief of neurasthenia. The study has been published open access in Current Medical Research and Opinion:  
https://doi.org/10.1080/03007995.2023.2291169.